Las rabietas
Los padres somos modelo de conducta para nuestros hijos. Controlar nuestro propio humor y evitar que presencien accesos de cólera, demostrándoles que todo es más fácil si se comenta con tranquilidad, lo cuál nos ayudará a evitar las rabietas incontroladas en los niños.
Es importante saber que en estas edades, nuestros hijos están intentando demostrar que son capaces de actuar por sí mismos y de establecer su individualidad, pretendiendo hacerlo a su manera en lugar de como se les pide.
Todo ello es un signo normal de aumento de independencia, si bien no significa que sea fácil de resistir y mucho menos cuando lo hacen en público, que por otra parte es su especialidad.
El objetivo de casi todas las rabietas es llamar la atención del adulto, conseguir algo que quieren y no se les da ó, evitar sus responsabilidades. Deben aprender que ésta es una conducta inadecuada, que no conduce a nada, que no le libra de sus obligaciones y que no modifica nuestra manera de pensar con respecto a algo.
Por todo ello, la forma más rápida de modificar este comportamiento es ignorarlo, ya que no hay forma de razonar con el niño mientras dura el enfado. Solo así aprenderá que las rabietas no son eficaces y poco a poco decidirá usarlas con menos frecuencia.
La firmeza de los padres para no ceder; esperar hasta que se calmen para hablar con los niños tranquilamente; buscar con ellos otras formas de pedir las cosas y la claridad de ideas acerca de lo que pueden y no pueden conseguir, estará en la base de la desaparición de estas conductas no deseables.
Consejos útiles para reducir el número de rabietas
- Apártese. Continúe con lo que estaba haciendo y si el niño está en un lugar seguro, obsérvelo a distancia.
- Ni siquiera lo mire. Una breve mirada puede prolongar la rabieta.
- También puede llevarle a otra habitación y sentarle en una silla donde el niño no pueda verle pero usted sí pueda controlarle y mantenerlo allí durante dos o tres minutos según la edad (un minuto por año más o menos), recordándole, con firmeza, que no podrá moverse de allí hasta que se calme.
- Esperar a que el llanto disminuya y recordarle que: Cuando termine de llorar podrán irse a jugar, o hablarán de la situación más despacio.
- Una vez finalizada la rabieta, recibirle como si nada hubiera pasado, dándole la oportunidad de hacerse amigos otra vez.
- Recuerde siempre que la rabieta es una herramienta que ellos utilizan para conseguir lo que desean y que generalmente no tiene ninguna razón grave.
- Como sabe, las rabietas aparecen más fácilmente cuando hay alguien ajeno a la familia, o cuando los padres están más cansados. En este caso:
- Anticípese al problema y avise al niño de que va a ocurrir lo que sabe que le molesta. Déle tiempo para prepararse y asumir la situación.
- Dígale que pase lo que pase, o estén donde estén no se va a cambiar el “NO” por un “SI”.
RECUERDE:
Cada vez que se da la rabieta es necesario mantener la actitud mencionada por parte del adulto, de lo contrario, si unas veces cedemos a su rabieta y otras no, el niño no tendrá un referente claro de respuesta y no aprenderá lo adecuado o inadecuado.
Si esta conducta no se trata correctamente en esta edad, continuará cuando los niños sean mayores y cada vez será más difícil de eliminar, porque lo que en un principio era una rabieta, que se puede considerar como propia de la edad, ahora pasa a ser una conducta caprichosa y repetitiva, sobrepasando así lo que se considera dentro de la normalidad.
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