Los niños que muerden
Los niños que muerden, generan gran preocupación para los padres, saber que su hijo mordió a otro niño y no saber que medidas tomar al respecto. En este articulo esperamos resolver algunas de tus inquietudes.
Los primeros años de la vida de un niño pueden ser bastante frustrantes para él. Las limitaciones en el lenguaje impiden que puedan comunicar de forma efectiva sus sentimientos o deseos, por lo que a menudo recurren a su cuerpo para expresar sus emociones. Los mordiscos, por tanto, son una forma negativa de exponer lo que sienten y de llamar la atención sobre algo que necesitan o sobre algo con lo que no saben lidiar por sí solos.
Morder es un comportamiento que puede aparecer en niños de dos y tres años. Las razones por las que los niños muerden varían de unos a otros. Algunos muerden por frustración o simplemente para proteger lo que consideran que es suyo. Otros lo hacen cuando se sienten amenazados, agobiados o inferiores en términos de fuerza o de capacidad verbal o simplemente para llamar la atención del adulto.
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- Frustración. Cuando el niño quiere algo y no sabe cómo pedirlo, o se siente incómodo ante una situación que no es capaz de controlar, puede recurrir a la mordida como forma de expresar su frustración.
- Ansiedad por un acontecimiento nuevo. La llegada de un hermanito, el comienzo de la guardería o cualquier otra situación que le cree inseguridad puede propiciar que el niño esté más tenso de lo normal y desahogue su ansiedad mordiendo.
- Invasión del espacio personal. Los niños pequeños pueden encontrar especialmente abrumador relacionarse con otros niños de su edad. Si aún no saben expresarse correctamente, pueden sentirse ansiosos cuando se invade su espacio personal, o cuando no saben compartir juguetes o respetar turnos. Morder puede ser su forma de decir “me estás molestando”, “no toques mis juguetes” o “esto no me gusta”.
- Imitación. En niños tan pequeños, la imitación es la herramienta básica de aprendizaje. Cuando un niño ve que otro muerde y recibe por ello atención, aunque sea negativa, puede ser que copie este comportamiento para saber cómo reaccionan los adultos de su entorno.
- Dolor de la dentición. La salida de los dientes provoca molestias y dolor en las encías, por lo que los niños tienden a llevarse cosas a la boca y a morderlas para aliviar esta tensión. Es posible que un niño que muerde a otro esté, simplemente, tratando de calmar el dolor que le provoca la salida de un nuevo diente.
- Exploración y aprendizaje. Los bebés utilizan su boca como medio para explorar el mundo, es la zona más sensitiva de su cuerpo, por lo que a veces puede ocurrir que muerdan como respuesta a un simple aprendizaje. Es su manera de descubrir a qué saben las cosas o qué textura tienen.
Si aparece, este comportamiento necesita atención inmediata.
¿Qué se puede hacer?
1. Detectar la causa del problema
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- Identifica la causa de la conducta de morder: Tanto padres como educadores deben observar una serie de variables que nos ayudarán a determinar la causa del problema para poder actuar adecuadamente. Así habrá que observar: en que momento muerden más, a qué horas, en qué actividades (grupo, individual…) si muerden al que está mas cerca o buscan a la “víctima”. Si lo hacen para conseguir algo, para defenderse o como modo habitual de interaccionar con los compañeros.
- Aprende a reconocer los signos que indican que el niño está a punto de morder.
- Evita o adapta en lo posible estas situaciones (prevención) ofreciendo alternativas, o contrólalas directamente, enseñando al “mordedor” a actuar de otra manera.
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2. Actuar cuando la conducta ha ocurrido
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- Orienta el comportamiento de forma inmediata y firme, sentando la regla “Prohibido morder”
- Centra toda tu atención en la “víctima”: “Esto duele ¿verdad? Si por ejemplo el niño muerde por un juguete, debe de dársele al niño que ha sido mordido. Esto enseñará a los niños que muerden que esta conducta no da buenos resultados (no se le presta atención, no consigue lo que quiere…)
- Si el “mordedor” todavía esta enfadado, llévalo a donde pueda tranquilizarse. Si está muy enrabietado puedes sujetarlo firmemente por la espalda. Esta postura te ayudará a hablarle tranquilamente para calmarlo y evita el peligro de recibir una mordedura o una patada.
- Dile: “Después hablaremos de esto” en lugar de bombardearlo con preguntas tales como “¿Por qué has mordido?”, en caliente. Un niño enfadado nunca te contará por qué ha actuado de una forma determinada.
- Establece una consecuencia apropiada. Ésta será diferente en cada caso, pero debes asegurarte de que sirva para que el niño aprenda que ese comportamiento conllevará una consecuencia negativa para él (separarlo del grupo, privarle de algo…).
- Hazle saber al “mordedor” que morder no es un juego, que duele de verdad, que no es una forma buena de llamar la atención.
- Trata de reunir al “mordedor” y a su “víctima”, y si es posible (según la edad) ayúdales a verbalizar la situación y a hacerle ver al agresor que hay otras formas de reaccionar que no conllevarán situaciones conflictivas.
- Refuerza el buen comportamiento del “mordedor” siempre que ante una situación de conflicto reaccione sin morder, haciéndole consciente de su buen comportamiento.
- ¡CUIDADO! Si el niño oye hablar constantemente de su manía de morder o si se le etiqueta con un apodo negativo “el mordedor”, conseguirás que se sienta reforzado mordiendo. Si tienes que hacer algún comentario hazlo siempre cuando el niño no está presente.
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RECUERDE:
Recuerde que morder asusta tanto al niño que muerde como a su “víctima”. Generalmente se trata más de una respuesta impulsiva que consciente ante una situación. Los niños necesitan que se les enseñe a reconducir esta conducta.
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